martes

mugre.

No tengo miedo de ti, tengo miedo por ti. Porque mis pies son grandes y podría pisar aquellos castillos en el aire. Porque si no lo escondo bien podría botar algunas palabras desalmadas, algunos movimientos incorrectos, palabras de micro, conversaciones de bar. El corazón hace efecto cuando hablamos de pastillas para dormir.
Un poco de asco escondo bajo sonrisas de papel de diario, lo admito de esta manera: me gustaría pero me decepciona, no podría imaginarlo, sin embargo estuve en ese límite. Pero ahora te desapareces sin hablar: aunque sabemos las razones, siempre supimos el desenlace final.
Pero no digamos que es todo tan amargo, dulce saben palabras entre humo desesperado, el baile frenético entre golpes de cariño, de locura, de los sentidos. Destruir el piso para llegar al cielo bajo nuestros pies, si esque ya no nos encontramos en él.
Esta es una carta que leerás algún día.
Te esperare bajo los techos de las casas antiguas, en la vereda de un parque casi olvidado, entre perros que me sonríen al pasar, entre poesía y poca ciencia. Llegarás por la esquina, no te miraré, olvidarás un día que respiramos y te entregaras a una asfixia. No deberíamos conocerla tan bien, pero me muerde el estómago pensar en que podría ser algo parecido. Un "yo también" en los últimos días.
Los peces nadan porque no les queda opcion, pero yo respiro porque lo siento en la uña del pie. No soy Julieta ni nunca lo seré.
Un engaño aún por suceder. Mugre.
Siento que es solo eso y sin embargo sonrío de real felicidad.

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