lunes

travesía.

Sabía el precio pero valía la pena. Eso lo sabía desde siempre: las palabras como puñales, los gestos escondidos y el escape final. Siempre es así, no hay mucho más que agregar. Era el camino al revés, caminaba en reversa, llegaba a donde no quería y ahí me encontraba, no hay marcha atrás.
La escalera a las nubes pesa bajo el sol, pesa quinientos deseos y algunas pocas esperanzas. Esconder todo lo que algunos creen ilegal. Es la puerta a lo que no quieren que veas. Lo que ellos saben y ocultan tan bien, tan dulcemente bien. Te leen que duele y que mata, te golpean si te encuentran: tus pensares están restringidos, deja que vuelen por donde quieras. Deja que vuelen por donde logras volar, deja que vuelen. Deja que te dejen volar.
Paranoia es más común, culpo de esto a lo anterior. Pero no tiene mucho sentido, el mar te baña los pies y el sol te mece como una cuna. La arena baila en tus dedos. Ya no existe el mar, ya no existe el sol, ya no existe la arena. Culpa de aquello es su potente existencia. Nada combina, todo desafina, contigo y con el resto. Pero a la vez no encuentro mejor armonía que esa dulce cancion de cuna.
Bailo, grito, salto, bailo, bailo sin música, bailo. Canto hasta romper mi garganta. Encuentro un bosque donde otros ven pasto. Ruedo, ruedo por la colina de pedacitos de tierra, parecido a otro planeta. Te baila el mundo, te canta a tus oídos sordos. El mundo se mueve sin que lo toques, pareces un simple observador del otro lado de la pantalla. Los pies se mueven frenéticos, ¡es inevitable! La belleza que me demoraría en explicar me hace moverme como alma poseída. El hambre, la sed de deseo se olvidan por segundos. No estaría segura de si es deseo o otra palabra que me niego a pronunciar. Yo veía una ballena nadando entre mis párpados, lejos, en el horizonte después del horizonte. La arena baila, la playa muere y se pudre, el mar danza. Tengo ganas de mostrárselo a todo el mundo! Que cada persona quebrada se enfrente a eso, que vea lo que gracias a los descuidos veo.
Si viesen, si tuviesen la pequeña oportunidad de admirar. No hay sentido, este es todo el sentido. Ahí terminarían todas esas mentiras que se ven en pantallas y en hojas delgadas impresas. Los juegos de niños, las urnas en llamas. Terminarían las celebraciones de las derrotas, porque por primera vez podríamos ganar. Los perdidos, nosotros, los que nombran como equivocados, los inadaptados, los caóticos, los enseñaríamos algunas pequeñas lecciones, como mirar el mar, como besar sin rencor, como caminar lento y mirando las nubes, como todo cambia, como palabras son palabras ( y acciones son acciones ) y como en verdad no se diferencian tanto. Como leer poesía en una casa abandonada, como flotar sobre las nubes y disfrutar de un caramelo sin remordimientos. Como sus uniformes no sirven para nada, como no merece la pena vender el alma. Les enseñaríamos tanto: solo si pudiesen ver lo que yo vi. ( me gustaría que pudieses ver eso, o al menos, hacerte entender que...)
El mundo da vueltas igual, bajamos del Olimpo para besar el cemento, escondernos en una madriguera vieja y putrefacta, tan bella, tan bella. No preocupa, por que el aire borra todo. Tendré que mentir, me duele el nudo en la lengua, el salto al agua, el movimiento dulce, la autopista manchada de sangre. La cuenta regresiva me besa las mejillas, me promete que lo gritaré y el miedo se esconderá en este armario: no sé si creerle, pero quiero que sepas quien soy. Váyanse, corran, vuelvan, necesito aire viciado.
¿Se preguntará ?

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