miércoles

Ahora si puedo prometerlo. Al menos, prometer la primera parte de toda esta mierda. Admito que son patéticos los intentos de encontrar sutiles mensajes donde, en realidad, sólo queda un poco de vacío y un aborto sobre el césped. Ya no me interesa que me empujen o me golpeen, ya no busco entre las sombras esa mano que quiera matarme tanto como lo deseo. Ahora, puedo ver esa belleza inútil, en la que todos nos vemos reflejados. Estamos de este lado del espejo, mirándonos mirar el espejo. Todavía espero el día en que despierte mirándome despertar. Pero, a pesar de aquello, todos sufrimos de ese estúpido error, aquella decepción. Y claro, es egoísta hasta el límite. Yo soy náufraga de una puta embarcación que se suicidó en alta mar, y me río de quienes aún se encuentran en tierra firme. O tierra blanca. Preferiblemente tierra blanda, blanca, arena movediza. Entonces, me siento en las piernas de las ganas y le escupo en la cara, gritándole todos los insultos que vienen a mi garganta de mi sexo herido y no de mi cabeza. Por eso, se empieza a desarrollar en el espacio de lo que falta, ese movimiento que nunca es rectilíneo. Ese movimiento que baila en los cementerios y que se alza como los ruegos de los ángeles sobre las tumbas. Y la linea punteada que empieza a avanzar por esas nubes llega a mi cabeza que cuelga de mis pies. La tortura, la atraviesa, pero dicen que el cerebro no puede sentir dolor. En ese caso, las lágrimas salen nuevamente de los laberintos que se enredan y salen con un ruido, una estática de televisión sin señal. con risas cínica, comentarios a las espaldas de dios. El animal que se puede comprender, es aquel que nunca mueve la cola cuando se le saluda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Bote toda su basura aquí.