Las grietas que van naciendo
sangran, se sienten cansadas con el primer respiro,
y dejan entrar, como si fuese un error,
el poder que se va regalando con
recuerdos subterráneos, en los caminos
de un imperio oscuro, así
nacen, así puede nacer la imagen
de mi perfil transparente, por las grietas,
desnudo escalando por una puerta,
buscando entre puntos juntados por azar,
el patrón que calme el odio
o que lo avive, que lo quiebre o
que lo bese, su reflejo y el de nadie.
Los pies esconden y se gastan
con el camino sucio, el camino gastado,
yo me escondo y a pesar de ello es posible
encontrarme.
A pesar de todo, nace de la sangre de las grietas
un algo que baila, un algo en constante movimiento,
que busca en la falta de luz, un vacío que lo ampare,
bajo las campanas mudas, un espacio iluminado
con la mirada de un tacto que no se mueve,
como la imagen de uno mismo, en un fotografía
tomada hace un siglo.
La idea era que te encontraras
un poco más a la superficie para que te vieras
entre toda la basura que acumulo, el movimiento
de los trenes, los huesos apilados y las ganas
de dar media vuelta y caminar de espaldas.