miércoles

de apagar los incendios
no queda mucho
porque ya no existe el encuentro casual
el toparse por ahí y seguir de largo
correr en el sentido contrario
al darse cuenta de la altura

y de su boca salen
sentencias aleatorias
que callan luego y se disuelven
cuando las palabras
no son las mismas para nadie
cuando el mundo
funciona sin palabras y
callarse es lo más cuerdo

y si le dice todo
después el agua se queda quieta
la tarde se vuelve larga
las nubes no se mueven
el letargo se vuelve vicio

mejor suspender todo del techo
que cuelguen las vértebras
que suenen los nudillos
mientras las espaldas se rozan
volver a un útero tibio
donde nada se escucha

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