jueves

perder el tiempo nunca se había visto así.


El tiempo se reduce a nada y el momento se esparce entre las manos que lo tironean en desesperacion. Las manos dejan de ser mias, se vuelven de mis altos esclavos, duros como roca, escribiendo frivolidades, desesperadas por encontrarle un sentido a todo lo que pasa. La respuesta más simple es que no tiene sentido, me la repito antes de dormir y al despertar, mientras rio y mientras lloro, pero me cuesta convencerme. Esas casualidades intantas se repiten una y otra vez desvelando los secretos y dándole sentido. Me gustaría que fuese menos perfecto, menos casual, algo común como un encuentro nocturno. Pero fue de día, fue de dia...
Sonaba lento como el barco en el mar, el movimiento intacto de esas olas de tinta, revalsándose y corriendo por los caminos, por las plazas de una ciudad en ruinas, se cae el cielo sobre nosotros. Creemos que podremos detenerlo con nuestras manos, que a lo lejos parecen tan fuertes. Son de papel en ese caso. Del papel en el que anotaste esa lista de deseos nunca cumplidos.
Le tengo un miedo inalterable a ese vacío infinito, no, no temo decirlo, gritarlo, susurrarlo en tus oídos sordos. Tiritan mis rodillas al pensarlo. Mis ojos luchan contra la corriente al imaginarlo. No lo soporto, creía hacerlo. No lo puedo soportar más.
Esperaré el canto de los ratones en los edificios derrumbándose. Las voces muertas de las serpientes entre mis dedos. Mis pestañas dibujando el contorno de una fiebre delirante. La fiebre que siempre nos acompaña, la que toma formas tan diversas como insanidad o virtud. Los xilófonos acompañan mi canto. Ese que apagan los días y las horas contadas. Con números inexactos y limítrofes. Con murallas a menos de un metro de mis lineas. El movimiento se detiene, através del sonido, de la luz intermitente y blanca. Quedamos ciegos. Huérfanos de esperanza. Putrefactas las palabras que me dices. No son lo que eran, podría jurarlo. Barato era el precio a pagar, antes de todo este torbellino de cifras dolorosas. ¿Por qué, si lo veía venir?
Y no puedo moverme más, las paredes claras detienen mi andar, mis pasos por la arena, los bosques de mágia falsa, de alucinaciones dulces, artificios de estas ondas rítmicas. Quiero que entiendan, y entienden. Entienden y no hacen nada. Quiero que reaccionen y griten. Pero de todas maneras me callan.
Las luces bailan solo cuando no las miras, el espectáculo más hermoso del mundo visto de reojo. Esas miradas que perforan el cráneo son aceptadas. Parece un pájaro en una jaula con la puerta abierta que teme a salir y volar. Eso parece.

Maldita pregunta que hace algunos días parecía tener sentido y ahora lo pierde absolutamente todo. Conciencia de la muerte es ahora nada más que eso, auscencia de color.

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