lunes

intoxicación.

Empezaba por deseos sin cumplir y luego un vórtice de carreras por la sangre, corriendo por la piel, carreras que te quiebran, destuyen. Era un barco en medio de la marea creciente, llorando y hundiéndose, naufragando en medio de un océano poco Pacífico. La corriente se intensificaba, el olor a subida, el Oriente acecándose. Y correr a dejar el mundo caer, que se vaya, que se aleje, el cuerpo olvidando su sitio, el cuerpo olvidando qué hacer. Canciones madrugadoras, los tímpanos saltando como cabras, el mundo dando vueltas sin poder pararlo, detenerlo. Los pies, los pañuelos decorando los techos sucios. Las paredes escritas con poesía analfabeta. Sonidos sin sentido y te quiebras por la mitad. Los mosaicos del baño parecen caer sobre ti, una avalancha de cosas nunca dichas, de nocturna fiebre. Las coreografías no hablan, los sonidos nuevos tampoco. Solo sirve ese veneno. Se sentía como Arsénico. Cerca vi todo. La noche cae, para desaparecer de un momento a otro. La verguenza, el cuerpo pidiendo perdón, revolcándose, dando vueltas sobre su eje, desesperado por lo que te hacía sonreir. Suena el eco de las explicaciones evitadas. Los recuerdos que no llegan a ser parte de un ayer, los cadáveres de lo que esperaba que entonaran aquellos labios. Miento para ocultar que soy más simple, miento para evitarte algúna complicación. Porque no tienes que saber que no soy más que otra persona que se perdió entre los callejones. Los pajarillos mienten cuando intentan decir al fin, la verdad.
De todas maneras, solo acentúa esta enfermedad sin cura ni nombre.

1 comentario:

  1. tambien me gusta el cuarto maestro del topo... no puedes batirte conmigo... por que yo no tengo un revolver... es mas perdiste... bang!... saludios

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