miércoles

las aventuras de nadie en ningún lugar (que nunca sucedieron)

El poco sentido que (algunas veces) podría extraer de las horas en su aceleración, hacía crecer microscópicos árboles son sombre de las seis de la tarde sobre mi espalda desnuda. Las poesías inherentes a tu cabello se deslizaban cruzando las fronteras entre el norte y el sur. Las palabras que no alcanzaban a salir de mi boca quedaban guardadas bajo llave. Pero hoy, los movimientos erráticos de mi caminar desequilibrado me hacen caer sobre el pasto muerto, donde descansan los últimos vestigios de las noches sin luna. El sentido que solía aparecer por aquellas esquinas a la luz de un farol, se fue volando con los últimos volantines que hice volar. Con el último libro aburrido que leí. Intento llevar todo esto a lo que pueda sentir en mis manos: cabellos sucios, cicatrices hechas con la punta de un lápiz, el tacto frío de una tijera para cortar papel. (Las contradicciones son lo único que me queda, el escape, la escena final de esta horrible película) Ya me cuesta entenderlo, pudo haber sido lo que las letras describían, sus contornos difusos de colores aleatorios, y ahora las sílabas solo me salen en gris. Busco las luciérnagas que un día me guiaron y el miedo me invade partiendo por la punta de los pies: las guías de esas noches se fueron a una fiesta mejor que esta. De a poco, olvido nombres, paredes blancas, pastillas, caras, susurros, gritos, pasiones. Y ahora me encuentro sola con algunos anónimos famosos, algunas películas para cámara y un poco de agua en mis rodillas. Mañana será el momento de olvidar más cosas aún. Correré hasta que el bosque no me deje ver el cielo, ahí, dormiré sobre el cadáver de un ciervo hasta que no puedan diferenciar entre ambos. Todo ahora es desechable, la basura se empieza a acumular en la mesa. Hasta los recuerdos llegan a vertedero. La gente que se va muriendo también, las golondrinas no pueden cantar en cada funeral. El movimiento termina en náusea, el día termina en noche y yo termino donde empieza el día de mañana. Yo siempre termino donde empieza el frío, termino donde se disuelve el azúcar. Que se jodan los intentos de nunca terminar.

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