martes

un cráneo cerca de su explosión y con miedo de manchar la alfombra.

Le escribiría una carta a todo lo que pienso, pero probablemente olvide poner mi firma. Cuando encuentre la respuesta, buscará mi dirección y no la encontrará. Me sentaré al lado del buzón todas las mañanas, pensando y analizando mis movimientos pasados, intentando de recordar si el nombre de mi hogar se encontraba en el sobre. Probablemente no. Entonces esperará confiando en que todo lo que pienso sea mayor que yo y intuya que esos garabatos escritos con mal pulso son de alguien que espera una respuesta todos los días. Y mientras todo eso sucediese, soñaría con las posibles respuestas. Del otro lado del mundo, alguien se acaba de dar cuenta del vuelo de las gaviotas. Un poco más cerca, algún anciano entiende que tiene más pasado que futuro, pero eso no le afecta. Más hacia el norte, un hombre gordo y con un pasado triste finalmente cumple su sueño, y sonríe. Mientras tanto, alguien en algún rincón olvidado espera todas las mañanas una carta en su buzón. Un día se tropieza al llegar, es como si el mundo se hubiese escapado de sus pies, dejándola atrás.

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