domingo

Empújame hacia tus ramificaciones, que se enreden en mis intestinos, que perforen mi pecho para soltar una flor tímida y rosa a la altura de mi boca. Golpéame  hasta que sienta los puños, hasta que pueda exclamar: "Tantas noches sin sentir y ahora puedo, ¡un dolor aún más bello!" Dejando que corra por la calle, la sangre, dibuja los castillos de cristal que necesitamos. Empújame de nuevo, encarcélame, te lo ruego. Entre los brazos, las piernas, la sangre y las flores que haces brotar de las entrañas. El mundo sigue pudriéndose bajo el sol y las nubes, el mundo da vueltas y camina ciego hacia los gusanos que se encargarán de sus noches. Pero mientras siga atrapada, el mundo muere todos los días. De la tierra al cielo y del cielo al infierno, bailamos el ritmo de un vals vertical. Con cadenas somos libres, amarrados podemos volar, somos la contradicción con olor a perfume bajo la lengua. Eres la desaparición, el dolor en un frasco, el dolor siendo un líquido espeso abriéndose paso entre las cortinas azules. Sufre, bello, vomita sobre este lecho, eso es todo lo que espero. Sólo eso y los pasos agigantados, las zancadillas armoniosas, las caídas más intrigantes. Que en el cielo divises una estrella y cuelgues tu cuello de ella.

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