Somos la invitación a abrir una ventana que da directamente a un muro de ladrillos: el aire con olor a óxido perfumando nuestros cabellos. Somos lo que aún se rehúsa a morir dentro de nosotros. |
¿Qué haremos cuando se nos acaben las canciones? Empezaremos a golpear las paredes con los puños adoloridos, esperando a que de su sonido sordo se desenreden patrones estáticos y violentos. Te invito a ser violentos como la ola que quiebra la roca en la costa, hermosos violentos al enfrentarnos al horror del vacío, a los espejos oscuros y a los besos con sabor a fracaso y catástrofe. Siempre fracasaremos y nos burlaremos de sus tumbas anónimas, fracasaremos como si fuese un baile, y nosotros seamos a la vez espectadores que abuchean y bailarines que lloran tras bambalinas.La ciudad no quiere vernos, nos niega todas las noches. Nos vemos encerrados en estos pasillos angustiosos que quieren cerrarse sobre nosotros. Estamos condenados a que nos falte el oxígeno, a que nos escondamos en esquinas y supermercados. Nuestra salida se encuentra en un bosque que desaparece cuando no lo miramos, como algunas islas espejismos de nuestras pasiones. Son bacterias adúlteras, asfixias inducidas por el intento desesperado de escapar de nosotros. Somos lo mismo, somos el desencanto y un poco de miseria, la niebla es lo que habita dentro.
¿Somos borrosos o simplemente fantasmas?
Esta es la esencia, eso que aparece en el aire, el color de la piel en los sueños. Vuelve a ser una invitación: seamos la perdición, escapémonos de la belleza puta, seamos los prófugos de la vida que nos pisa los talones. Gritemos, burlémonos, sangremos. Tengamos miedo y provoquemos miedo, te invito a ser feliz caminando o corriendo. Felices de no ser, increíblemente felices por el calor de los movimientos, llevemos colgando del cuello un collar en forma de labios.
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