Las horas contadas no son ni juez, ni verdugo
más bien, se asemejan a la anestesia.
No importa cuanto me golpee, poco duele.
No importa cuanto me toques, no lo siento.
Pero quiero que me hagas saber, por curiosidad,
cómo se articula el silencio;
cómo se ve un rostro al ser infinitamente
miserable;
cómo follan las razones con los argumentos
y finalmente, qué abominación nace
de aquellos decadentes padres.
Pero esto otro, no se parece a nada.
No se desvanece con la anestesia,
no duerme.
Sólo se sienta a burlarse de la dependencia
de una muchacha adicta
a todas sus cadenas.
qué freaky la foto xd
ResponderEliminaroshe me gustó tu blog :O aunque la foto de la niña con la cara partida en dos me dio un poco de miedo...