sábado

Si deseas pisar mi pecho, siempre será más fácil
si yo misma lo he abierto con mis manos, dejando
entre el cielo y el infierno, un espacio vacío
tan grande como un basurero y una colilla de cigarro.
(Puede ser una gran mentira, no importan esos amargos
detalles: el vaso rompiéndose contra la pared,
puede no significar nada.)
Puede ser que te haya entregado una llave,
para una puerta sin candado,
una flor para un suelo estéril.
(O puede ser simplemente lo contrario,
que crezcan hasta pasar mi estatura,
dejándome escondida bajo sus pétalos.)
Pero logras que por mi garganta bajen nudos ciegos,
palabras dulces, ataúdes sin nombre.
Con todo eso, escupo en la culpa:
"Nuestras manos no han visto las nubes,
¿a quién le importa si no las tocan nunca?"






P.D : Todo lo anteriormente escrito es una gran y asquerosa mentira.

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