sábado

En el momento en que empiezo a
ver entre las cortinas
(¿Eran rojas o azules?)
entre las cortinas
los gusanos, los peces,
las personas, todo
menos las personas,
arrastrarse.

Piensan en cómo un barco
puede flotar en la superficie
y ellos al lanzarse al mar
se hunden.
Y hablan de cosas que se perdieron
en el camino, de cosas que
ya no sirven para nada
o muy poco.

El ardor nace desde los rincones
que se juntan sin poder mirarse
y cierran las ganas,
las ínfimas ganas, que quedaban
para poder comenzar nuevamente
junto a una figura
que se delinea con sílabas alejadas
de lo que se puede mirar,
con un pecho que es posible de abrir
con cualquier cuchillo de cocina.

Se refleja sobre sí mismo,
todas las noches, antes de dormir,
Sobre el límite de las figuras
(que se delinean más que nada
con silencios)
brilla unas líneas que
no quieren ser cruzadas,
ni tocadas,
ni folladas.

El límite entre los pares
se puede encontrar en cualquier autopsia.

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