martes

Se cruzan, caminan y alejan
sin ojos en la nuca
invitándose a lanzar piedras
a las gaviotas que aún no aprenden
a volar solas.
Se caminan para hundir
las manos en el calor
y para que queden marcas
menos difíciles de esconder
que la mueca de disgusto
espantando cordura.

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