martes

La carrera empieza a jugarse, entre los pies que corren de espaldas y la meta que se aleja. El paisaje sigue siendo el mismo, se diferencia en las imágenes que dan forma a los golpes, la sensibilidad nueva que nace del abrazo con la señora muerte. Se regresa sin pasajes, se repite y es posible, debido a las cruces marcando las fosas, el mirar que se retuerce junto a las tijeras que no dejan senderos. No creyendo en el paso de los días. No creyendo en el merecer, o en los colores pasteles. Antes bailaban y los límites se movían en círculos, la imagen que se rompe y se golpea cuando se desmayan y se sientan en el suelo de una plaza.

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