domingo

Un remake de la misma historia.


Tomar al sujeto entre los dedos, con las uñas sucias, ponerlo en el asfalto. Dejar que, sin intención alguna, se tropiece y caiga, que lo primero que se azote sea la nariz, que luego quebrada, emulará el movimiento del suelo. El suelo siempre se mueve. Es posible sentir el hueso a través de la piel. No existen revólveres a cuadras de distancia. Hay basureros y hospitales, todos carentes de puertas. Nadie juega. La nariz se quiebra, el suelo se quiebra, el cielo se quiebra. El cielo baila y se quiebra. Nadie grita y todo se quiebra, con la fuerza que se transforma sutilmente en juego. Hunde la piel, crea el sudor, espera a ser apuñalado por la espalda. Es una perra. Y salta. El movimiento como lo único sublime que nos va quedando, se va durmiendo bajo los escombros que fueron incendiados. Amábamos ver como ardían las casas. Amábamos ver como se quebraban narices contra el cemento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Bote toda su basura aquí.