lunes

En un intento de enviar un sauce al sol, sin que se queme. Pero que no vuelva.

Encerrarnos entre los ladrillos
que humeceden los caminos, entre
el movimiento y el fijo de las tijeras, tanto asco
la espalda sintiendo el hielo
que a veces se repite de madrugada

que el reloj se vende barato

te cambiaría el nombre, le cambiaría el nombre a cada gusano, a cada pájaro
la repetición de los patrones no lleva a la respuesta que se siente esperada
(no puedo pedir perdón ahora)

Me llamaste de otra manera.
y de esta manera seguimos engañándonos
los personajes se crean
imitando los aullidos, abriendo el crimen
inclinando los caminos
rogando por un golpe en la cara
baja la piel se deslizan las armas
que lloran cuando cantan, o al revés

Se van vaciando. A ti y a todos los demonios humanos, con una aguja. Con el ritmo vertiéndose
en la proyección de los engaños
(una especie de belleza callada)

Me llamaste de otra manera
y te deshiciste de las pinturas de sal
fue, entre otras, la fuente que nos maldijo
a cualquiera
siempre, a cualquiera.

Los personajes se destruyen, dejamos aquella tarea en sus manos
con los nombres que sean.
Luz.

Escuché entonces la manera en que se terminan la caídas, dios.
¡Qué ganas de insultarlo! Con todo el puto universo
escondido en la mejilla.

Nadie es tan real, diría.
Tal es la verdadera naturaleza del aceite,
como si nunca
manchara.


María.

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