martes

Voy a romper todas las sillas en las que me he sentado. Mientras tanto, puedo jugar con las piedras que se van acumulando en los bordes de los ríos. Callan.
Lejos y lento, el eco es un juego solitario. La fiebre.
Y yo podría hundirlos, y que el río nos empuje hasta ser muñecos de sal. Las piedras se van montando, una sobre la otra, creando las pirámides que llaman al cielo y asesinan ángeles con cada insulto contenido.
La sutileza se puede ahorcar con su propio pelo. Cuando quiera, dulzura.
No importaría extinguir cada espacio con aire de la habitación, si nos esperan de piernas abiertas. Las respuestas pierden resultados.
Te voy a llenar la rabia con puntos suspensivos. Golpea hacia abajo, mierda.
No se callen, que nadie se calle.


Recuerdo que una vez, me rogaste que te violara.


Escapismo, hacia un lugar que se vaya llenando de arena. Cortamos con tijeras las últimas carreteras.

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