domingo

grito


Yo soy absurda, somos todos absurdos, incoherentes, no nos ha aprendido a atar el pasado y nuestros pasos de vagos, errantes, circulares y redundantes. Empiezo a creer que olvido ese día en que esos ojos reflejaban curiosidad, intriga, caos y anarquía. Eran hermosos porque nuestras manos obraban en locura, los números difuminaban sus contornos, las tardes sabían a fruta fresca, las risas hablaban de miel.
Termino siendo aún más absurda, como lo que veo todos los días y como el vuelo de una gaviota juvenil. Me lanzo al vacío sin ver y espero que mis alas se desplieguen. Juego a la ruleta rusa todos los días para no perder el ritmo, las máquinas no me devoran y mis pies se cansan menos rápido.
Hablar con la pared es buen ejercicio, con ese inquilino nunca molesto, ese "yo" multiplicado por mil. Pero me mira con esos ojos borrosos, tristes y manchados por el desencanto. El descanto en lo que yo misma encuentro cosas increíbles todos los días. Un desencanto de todo y de la nada que ha de rodearlo, el mundo no está arrodillado ante tu figura, pero puedes hacer que te baile los más dulces ritmos.
Manifiesto la necesidad de aquel baile, frenético o suave, dulce o sensual, cuando el mundo me abraza y se mueve conmigo como su fuesemos uno. Puedo ser casa abandonada, arena de playa o de duna, puedo ser arrugas de anciana, mar de sal, árbol solitario o milenario, prostituta de ciudad o dueña del cielo. Cuando quiera, donde quiera, de la manera que que quiera. No hay un "afuera", no lo conozco, es un collage de adentros y de miradas de ternura.
Más triste sería ver sus arrugas adelantadas, el ceño fruncido en vez de las marcas de risa al borde de los labios ( que tanto deseo tener! ).
Aprendo a ver la hora dentro de un sueño, a ver si el reloj no me miente esta vez como tantas otras: congelé un momento un millón de años y meses parecen borrados.
El pez que nadó para encontrar el sol y nunca lo encontró, soñaba con que se escondía en el agua mientras dormía. Se desarrolla, se enreda y desenreda, se mueve, se enmaraña, se vuelve demente, y en algún momento muere. Muere creyendo que el sol se esconde en el mar mientras duerme.
El día en que olvidaste, el día en el cual felizmente encontraste. Ya no lloro por que las lágrimas no atraviesan el mar en barco, como creía que lo hacían todas las noches.
Un suspiro habla de más, un deseo de celos erráticos sin mucho sentido se apodera de los animales. Exóticos animales caminan de un lado para otro intentando encontrarse con alguien de su especie. De la especie de los que caminan mirando el cielo y chocan torpemente, de los que se sientan horas a esperar que el tiempo bese, de los que en el sonido de un silencio encuentran hogar. Pero pensándolo bien, todos podemos ser animales.
El reino se queda sin corte por que de a poco se están matando.

1 comentario:

  1. (aqui al lado dice: "mas humanos", yo no soy humano, solo soy un elemento, una herramienta)

    ResponderEliminar

Bote toda su basura aquí.