miércoles

preludios

Bajar por tus imágenes
siempre
sería más simple que desgarrar
los huesos.

Los huesos, recuerdan
(como si fuese ayer)
que no dirigiste
la mirada hacia
el vagabundo que te
observaba.

El vagabundo bebía de tu
licor de mar, y entre sus olas
esperaba a que se hundieran
los dedos.

Los dedos, en
silencio
escapaban de sus ojos
y recuerdan
(como si fuese ayer)
el sonido del desgarro
de tus huesos
en el basurero.

En el basurero, yo
me encontraba con la mirada
que ya no era tuya.

La noche abrazaba
al vagabundo cuando
me encontraba con la mirada
que ya no era tuya.

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