sábado

Marcha fúnebre o la persistencia de la visión.

Mientras más rápido, más pareciese estar encerrado. Así pasan los días.
Me cuesta comprender, esto en las entrañas, pero también todo lo que existe fuera de ella. Las historias no se repiten, me han dicho, pero pareciese que no quieren terminar nunca: son solo una larga y horrible historia, que se convierte en mi siamés parásito, comiéndose hasta las últimas migajas de lucidez. El camino, nunca lo comprendí bien, pero como idiota, lo volví a caminar, como si nunca hubiese aprendido la lección que las noche intentan explicarme. Tropiezo con las raíces de unos árboles enfermos, y caigo riendo de mi mal cálculo. ¿Cómo podría creer que del cielo caería una cuerda para sujetarme? Me burlo de mi misma ahora, parecen los movimientos de un pájaro recién nacido, torpe, que no entiende que por intentar volar puede caer al vacío. En el último segundo lo intenté, era demasiado tarde. Siempre demasiado tarde, o en su defecto, demasiado temprano: la lluvia no está cerca, sólo la estática náusea del sol bajo nuestras cabezas. Las invitaciones no son ahora, su vida se asemejaba a la de las moscas. 
Mi cuerpo empieza a recogerse y esperar, que una ínfima señal corte la piel, para empezar a sentir como los nervios empiezan a funcionar otra vez. Tengo miedo de que esté esperando en vano, yo dejé de ser y los candados se abrieron, liberando la tregua entre yo y mi pecho. Pero la guerra siempre viene  luego, las abominaciones horribles cometidas por las manos limpias, o sucias, en realidad eso da igual. No existía la primavera, puede que ya no sirva cargar con rosas ni claveles en la mochila, esperando a que llegue alguien quien las desee. Nadie desea la primavera, todos estamos más cómodos mientras llueve, llora, llueve. Todos hipócritas, pretendiendo encontrar un rostro conocido entre las miles de máscaras. Idiotas buscando una paja en un montón de agujas.
Todos aceptamos vivir bajo las espadas y los fusiles, sabemos en el fondo que nos seguiremos amontonando en tantos cementerios. Esperamos que la realidad nos golpee con sus cielos azules y los cantares de las golondrinas negras, pero solo son un augurio cobarde de los jardines interiores. Sólo queda cultivar algunas orquídeas en casa, mientras leemos con afán cada palabra: quizás las señales que cortan la piel siempre estuvieron escondidas bajo las rocas, esperando el segundo para ser abiertas.
Todavía, existe la posibilidad: ¿escapaste? Te fuiste, y te perdiste entre los pinos de un bosque pintado, dejaste todo en casa y la guerra estalló sin que lo supieras. Y sigues escondido pretendiendo que la televisión no miente, que el bien existe bajo las olas del mar. Todos hipócritas bailamos sin pensar en nada, todos mentimos cuando nos preguntan los secretos de los rostros deformados. Nos podríamos siempre encontrar, ¿me buscarías? 
Todavía, existe la posibilidad: "Dejar de ser." Olvidar que existen las puertas, las ventanas, los espacios debajo de la cama. Cerrarlas todas con pestillo para que ni la luz pueda entrar. Moriremos todos, eso está claro: por dentro y por fuera. Desesperados, por siempre, seguirán bailando en las calles. Todos cargando con sus secretos y manías, con sus pechos con sabor a plomo, con sus pechos con sabor a destierro.

1 comentario:

  1. Hi Your blog is seems interesting. "seems" means I dont see all of your posts yet. I like kind of bizzare stuff.
    I will check later;)

    ResponderEliminar

Bote toda su basura aquí.