miércoles

Podría existir, entre el techo y el suelo, una razón:
soy increíble.
Increíblemente masoquista. Como tú. Como todos.
Y nos abrigamos con nuestras miserias, las mostramos como
un pavo real sus plumas.
Somos los mejores miserables.
Los más tristes: esa siempre fue mi invitación.
Aún sigue en pie.
Pero una dulce advertencia: otra piedra sería demasiado.
Demasiado para todos.
Y todos nos hundiríamos en una noche de tormenta.
Y cerraríamos cualquier compuerta
para quedarnos solos dentro.

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